viernes, 16 de noviembre de 2012

25 de NOVIEMBRE: LIBRE TE QUIERO. Propuestas didácticas para todas las áreas.

Queridos compañeras/os:
Hoy me he levantado muy temprano, he dejado a mi bebé durmiendo y me he puesto a recopilar datos sobre este tema porque sé que la mayoría de vosotros y vosotras preparáis la programación semanal durante el fin de semana ( probablemente la tarde- noche del domingo) y quería que para entonces tuvieseis estos recursos, porque en cualquier área se puede hacer un hueco al aprendizaje de la no violencia. Buscad a ver si algo de esto os convence y activamos en las clases de esta semana este tema. Si todos los hiciésemos, aunque solo fuese esta semana, estoy segura de que sonarían ecos en los pasillos de los centros. Ecos de semillas de cambio.


 Como hice hace un tiempo con el Día de la Paz deseo ofrecer desde esta ventana-libreta personal una serie de recursos accesibles en la red y otros para que, cada uno desde su área
( MATEMÁTICAS, LENGUA, MÚSICA, PLÁSTICA, HISTORIA, ETC.) o TUTORÍA, pueda trabajar en el aula el tema de la Violencia de género.
Y aunque tanto este como otros son temas aparecen de manera constante en nuestras conversaciones y guías al alumnado, el día 25 de noviembre,  que como sabéis es un día especial al respecto puede apeteceros que no pase desapercibido.
Las propuestas son múltiples.
Enlazo . Espero que sirvan y faciliten vuestra labor docente:






REGLAS DE JUEGO PARA LOS HOMBRES QUE QUIERAN AMAR A LAS MUJERES



I

El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer lo que anida en mí,
la golondrina transparente de la ternura.

II

El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
con que yo estaré al lado suyo.

III

El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.

IV

El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo,
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.

V

El hombre que me ame 

podrá encontrar en mí
la hamaca donde descansar

el pesado fardo de sus preocupaciones
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocura ser pájaro.

VI

El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.

VII

Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.

VIII

El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera,
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.

IX

El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza llena de multitudes.
Podrá gritar -te quiero-o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.

X

El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas,
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,
las debilidades que, por siglos,
nos mantuvieron separados
como seres de distinta estatura.

XI

El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución

que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.

(Gioconda Belli)


LIBRE TE QUIERO

Libre te quiero
como arroyo que brinca
de peña en peña,
pero no mía.
Grande te quiero
como monte preñado
de primavera,
pero no mía.

Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.
Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza,
pero no mía.

Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.

Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

(Agustín García Calvo)







  • EL SIGUIENTE POWERPOINT NOS RECUERDA QUÉ ES GÉNERO, CÓMO SE CONSTRUYE, CUÁLES SON LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO MÁS FRECUENTES, CUÁL ES LA DIMENSIÓN DEL PROBLEMA DE LA VIOLENCIA EN LA PAREJA, FÍSICA Y PSICOLÓGICA:



Violencia sexual y de género - parte 1 from National Institute of Psychiatry



Malo eres, Bebe





No le grites (Los suaves) Aquí enlace a la letra

.

Mararía ( en  directo) Pedro Guerra




El club de las mujeres muertas. Víctor Manuel.





Y, para terminar,como complemento, inserto este pequeño documental sobre la Comunidad "mosua"del Himalaya que tienen una estructura social matriarcal que me ha pasado miamiga y Nuri me resulta de lo más interesante...
“el Matriarcado nunca ha estado en oposición al Patriarcado, ya que las Mujeres no mandaban ni oprimían a los hombres, sino que era una Organización Social basada en la IGUALDAD”:


Matriarcado from Madre Sigal-lia on Vimeo.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Australia I: Aborígenes australianos

Otros pueblos, otras gentes.
Australia I. Los aborígenes australianos.
Llegar a Australia es irse muy lejos. No tanto como llegar a China pero queda a un rato. Quiero decir que no compartimos mamíferos ni paisaje ni cultura base aunque el mundo australiano, si nos limitamos a las ciudades, la barrera de coral y playas, y completamos con una pequeña incursión al Uluru sin detenernos mucho, es reconocible. Hace un siglo y alguna década no era así.
Hace un siglo y alguna década llegaron los ingleses y transformaron Australia. Transportaron con ellos a roedores como los conejos y  ratas  o  a los perros (el perro salvaje dingo, subespecie de lobo propia de Australasia, es el único mamífero previo que existía). Australia se convirtió en un hervidero de conejos y para terminar con ellos, se inventaron una enfermedad: la mixomatosis. Actualmente esta enfermedad mata a colonias completas de conejos en todo el mundo. Es decir, infestaron de animales externos un país, lo atacaron para solucionarlo y acabaron dañando al resto del mundo. Además de esta altisonancia animal, transformaron a los pobladores australianos llamados aborígenes, vistiéndolos, educándolos, colocándoles un rifle y, en definitiva, domesticándolos. En las fotos que quedan de la llegada de los colonos estaban desnudos, con palos y flechas,  vivían en chozas y tenían una cultura nómada, basada en el conocimiento del medio ambiente y la supervivencia en un espacio árido (1892). En un tiempo récord se transformaron en indígenas disfrazados de ingleses, con armas inglesas y pose artificial (1904). Ahí empezó la aculturación de un pueblo entero, su masacre y debacle.
En nuestro viaje por este enorme país tuvimos que elegir zonas para no perdernos en la vorágine de abarcar más de lo posible. Elegimos Sydney y alrededores (Blue Mountains), la ciudad de Cairns y las playas e islas aledañas a su barrera de coral, así como  los territorios aborígenes: Cape York y Alice Springs. En otras ocasiones os hablaré del resto del país que he conocido pero hoy me centraré en los territorios y, sobre todo, en el pueblo aborigen.
 Quería conocerlos de cerca y la única forma era visitar sus lugares. Hay aborígenes adaptados por aquí y por allá, en muy pequeñas proporciones, aborígenes creativos que han expandido su arte (Dreamings) y han entrado con él en los circuitos comerciales, aborígenes universitarios que viven en las ciudades, pero yo quería visitar algo más real y mayoritario.
Quedan dos zonas en Australia que aún son territorio aborigen y se rigen por leyes propias: Cape York al noreste del país, en la región de Queensland, el paso a la isla de Papúa Nueva Guinea, y el estado del Territorio Norte, cuyo centro, Alice Spring, es donde se encuentra la  montaña sagrada Uluru, paso obligado de cualquier viajero que se precie. Las veces que intenté contactar con ellos recibía silencio o apenas un monosílabo o risas de los niños y niñas, o miradas ausentes. Solo en una ocasión, sin palabras, pude sentir a una mujer anciana, en pleno desierto.
Viajamos durante varias semanas por estas zonas. Por Cape York en caravana todoterreno. El lugar es árido y está despoblado, desértico, como la mayor parte del país, los caminos están hechos de  tierra es rojiza y polvorienta. Es necesario vadear ríos para poder avanzar por la zona y no hay alojamientos en los pocos pueblos que encontramos, apenas algún camping.
Era ya el final de la estación seca, quedaba nada para la de lluvias, que se adelantó y nos cortó el paso a mitad de Cape York. Allí una barrera nos impedía seguir hasta el final a causa del peligro de inundaciones y, por tanto, de quedarnos atrapados y aislados durante meses así que tuvimos que dar la vuelta a un tercio de viaje.
Mientras cambiábamos de planes mi cerebro rebobinaba el camino hecho, ocho días de tierra roja, polvorienta, de algún que otro canguro y walabee (pequeño marsupial) cruzándose por nuestro camino, de playas infestadas de medusas donde el baño está prohibido, de hermosísimos bosques de eucalipto, de diferentes  especies, sobrevolados por bandadas de cacatúas blancas, bandadas de cacatúas negras. Una belleza. El eucalipto blanco, negro, la tierra roja levantando polvareda al paso. Cada árbol tiene su sentido en el lugar del que proviene. De allí los exportaron y llegaron hasta nuestra tierra para comerse nuestro bosque. Allí son los divinos naturales. Por el camino, entre otras cosas, nos encontramos un incendio. Era de tarde. Hasta la noche no cruzamos ningún poblado pero memorizamos el lugar para indicar a la policía o bomberos dónde debían acudir. Llegamos a un poblado indígena tarde ya, buscamos a la policía y les contamos la historia. Creímos  que no entendían inglés porque ni se inmutaron; en fin, como ya habíamos tenido algún otro contacto frustrado con aborígenes nos dimos por vencidos. A los varios días supimos de la política australiana de dejar que se propaguen los incendios sin cortarlos como manera de renovar los bosques. Al tener un territorio tan extenso los incendios naturales siguen siendo como serían en antaño para la tierra, un método de rejuvenecer la vegetación.

Los aborígenes son gris ceniza. Su rostro de facciones gruesas e inflamadas impacta. Están cansados, abrumados. Perdidos de sentido. El gobierno les ha ayudado de la peor forma posible, dándoles una serie de opciones vitales resueltas tales como casa o pequeña paga para que acabasen ya de negarse a sí mismos, renunciar a su camino de vida y acomodarse. Su cultura del nomadismo, de conocer cada animal, cada veta de agua en el desierto, para qué servía cada planta, de recorrer con los jóvenes durante años vastos territorios para que aprendieran la supervivencia, se ha sustituido en la mayor parte de los casos por el ocio y la venta de objetos artísticos simbólicos de su visión del mundo. Sus cánticos han ido enmudeciendo. En Alice Spring, ciudad del centro de Australia, desde donde se parte al Uluru, gran montaña sagrada, merodean por la ciudad lentamente, abotargados en los parques, tumbados en grupos en el césped al lado de sus cuadros. Y mientras la vida de los blancos contrasta  activa, dinámica, llena de sentidos inventados, pero sentidos al fin y al cabo, la suya ha perdido su identidad. Esto es lo que he podido intuir de ellos, de su alcoholismo en algunas zonas ( en los pueblos aborígenes está prohibido pasar con más de una cerveza para consumo propio, hay ley seca) que sobrevive en las tabernas de los pueblos blancos vecinos a donde van en busca de sustitutos de vida real. Es la historia compartida con otros pueblos del mundo: los indios americanos, algunos pobladores de la Amazonía, etc. Les falta maternaje. Su madre vida los ha abandonado, les han segado la raíz de golpe los blancos. Tras llevarlos a los campos de opio y drogarlos como manera de mantenerlos trabajando como esclavos, tras organizar cacerías de pudientes que salían con escopetas a perseguirlos a ver si conseguían cazar cual alimañas a alguno de ellos, tras robarles a sus hijos por imponer que no sabrían quererlos durante generaciones, tras no pedir perdón oficial hasta el año 2000 y hacer un lavado de cara consistente en colgar unas cuantas obras aborígenes en el museo de arte contemporáneo de Sydney y otras cuantas acciones similares que afectan a una minoría de indígenas, han conseguido destruir a uno de los pueblos más fascinantes del planeta. Fascinantes porque en ellos late el instinto básico de la vida y simbiosis con el entorno, ese que nosotros vamos desechando en nuestro proceso de civilización.
En el Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta, al lado de la roca sagrada Ayers Rock, una montaña de arenisca rojiza de 318 metros de alto y 8 kilómetros de perímetro situada en medio de una inmensa llanura al suroeste de Alice Springs, se respiraba el polvorífero calor del ombligo australiano. La inmensa piedra no me hacía sombra. Me resguardé en un chamizo de paja, abierto, con bancos. Una mujer vendía dreamings aborígenes y dos más la acompañaban. Se sentaron. Yo, a su lado. Quería respirar su espacio, compartir su lugar al ritmo de su lentitud. En silencio, escuché profundamente y entré en las historias. Estuve mucho más tiempo del transcurrido al lado de ellas.
La más anciana tenía planchados dos dedos de una mano, parecían derretidos por el sol. Su lengua sonaba constante, repetida, como un tambor de tierra. “Wantyeye-wantyeye the areke ayenge akweke-arle anerlenge. Apmere Alyanthengeke. Itnearle akwetethe urnterrirretyarte” (“ Recuerdo que cuando era joven  yo viajaba con mi familia por estas tierras y otras muchas lejanas a través de Uyetye mucho más allaá de Alice spring”) y seguía contando, creo yo, que mientras viajaba por aquella su tierra que usaba para la vida, propiedad de nadie, iba pintando aquellos y otros lienzos. Entré en su música, en su gesto, en sus entonaciones. Estaba contrariada con un guía que no dejaba exponer los lienzos, que traía enrollados, en el chamizo y defendía obcecadamente su postura aunque se sabía perdedora de la partida. Olía dulce, denso, pasado, como a vientre de hormiga lleno de miel. Se oía el calor del polvo y el latido del animal que cazaron, amedrentaron, drogaron, alienaron, al que le extirparon a sus hijos. Ese animal se defendía. Le latía la tierra, el irrernte-arenye o espíritu de sus ancestros, la fuerza de sus ceremonias, el carácter pujante de los antiguos levantando el cuello desde su lugar sagrado, la Ayers Rock, todo lo que no se cuenta con palabras. Y el guía, extranjero, no le permitía usar su casa para sobrevivir vendiendo lo único que les han dejado seguir haciendo: arte. Pero eso no se veía, sólo se olía. O tal vez se oía cual cadencia en el mejor de los casos, entre las palabras, en sus inflexiones y ritmos se daban forma los pesos del pasado.  If you listen deeply and let this stories in.
Pasó el tiempo y me levanté sin hablar. Le sonreí. Me sonrió. Me alejé y me llevé el olor a miel densa en el fondo de la garganta. Las moscas negras del desierto volvían a agolparse a mi alrededor. Me fui con una sensación vívida aún cuando no conseguí saber lo que gritaba aquella mujer hasta que pasaron unos días y realicé una esquina de la barbarie histórica que había sufrido este pueblo. Supe, entonces, que habían conseguido mantener algo casi tan importante como la dignidad: el didgeridoo, instrumento de viento tan simple que para tocar se debe insuflar partiendo de una respiración completa que lleva casi al trance, que parte de una disposición de paciencia, relajación y positivismo, instintiva, desde la mayor simpleza, y que por todo ello es tan difícil para los occidentales.Su sonido base es el drone (BR BR BR), bramar bajo, subterráneo de la tierra roja.
Como rezaba Adrian Tucker en 1997, la espiritualidad es mucho más que la conciencia de uno mismo, es la conciencia y la responsabilidad del conocimiento de nuestro lugar y nuestro rol en el mundo. Es saber las responsabilidades de cada cual por el pasado, en el presente y hacia el futuro.
No nos perdamos de vista porque todos ellos, aborígenes y colonos, son humanos como cada uno de nosotros. Y en nosotros va la semilla de todas esas posibilidades: de ser o víctimas sin voluntad  o  irrespetuosos invasores del ser ajeno. No somos ni más ni menos que unos y otros, solo depende de qué opción vital elijamos en cada uno de nuestros actos. ¿Quieres ser el que elija como debe vivir el otro? ¿Quieres ser el que deja que otros elijan cómo debes vivir? En distintos grados es la historia de cada día cuando la palabra respeto se maquilla.

MONTSERRAT GÓMEZ GÓMEZ

domingo, 4 de noviembre de 2012

Presentación Fanny Rubio ( texto original) en XIV Congreso de Literatura Fundación Caballero Bonald "Heterodoxos & Transgresores" 2012

PUBLICO EN ESTE BLOG EL TEXTO ORIGINAL E ÍNTEGRO DE MI PRESENTACIÓN A FANNY RUBIO EN EL CONGRESO DE LA FUNDACIÓN. DADO QUE ME SENTÍA APREMIADA POR EL TIEMPO OMITÍ PARTE DEL TEXTO, ENTRE ESAS PARTES, LOS NOMBRES PROPIOS Y ALGUNA QUE OTRA COSA. ESOS SUCESOS DE CUANDO UNA DUDA Y NO QUIERE SER PESADA... PERO AQUÍ SÍ ME APETECE PUBLICARLO ÍNTREGRO, CON VUESTRA PACIENCIA DE SOSTÉN.


Muchas gracias tanto a la Fundación Caballero Bonald como al Centro de Profesores/as de Jerez de la Frontera por organizar otro año más este congreso de literatura e invitarnos a participar en él.
 Un gustazo compartir espacio y aire con todos estos maestros y compañeros/as, respirar bajo la misma o similar vibración. La que van dejando las palabras de los que por este estrado pasan. Las que van pronunciando también los que desde ahí intercambiamos opiniones.
El tema de esta edición número XIV del congreso no puede ser más sugerente, aperturista y rompedor  a priori : "heterodoxos y transgresores".
El formato, ortodoxo, me sugiere lo difícil que es transgredir incluso cuando el título lo reclama y nos lo ponen tan en bandeja.
Hoy tengo el placer de presentar a Fanny Rubio, mujer rebelde, de personalidad contestataria, divertida ironía y convencida de las palabras. Por mantener el ritmo en esta mesa pensaba traerme una peluca roja a juego con ella, como parte de lo que representa y por cierta transgresión patente, mas  aunque he sentido intensa la llamada, no lo he hecho porque me ha dado reparo. Y es que no es fácil ser transgresora.
ES tan difícil serlo como estar de acuerdo con todos los preceptos y leyes establecidos: quebrarlos de vez en cuando sería lo auténtico, pero es difícil ser auténticos. Así que apenas los quebramos porque somos muy dóciles y cuando nos atrevemos, a veces, nos riñen.
En fin, todo esto para contarles que cuando Fernando Domínguez Bellido, gerente de la Fundación y Manuel Bernal, asesor  del CEP me dijeron que eligiese a quién quería presentar, yo elegí a Fanny Rubio porque me parecía que poseía la virtud de la autenticidad y porque el tema de su ponencia me resultaba, imagino que como a la mayoría de ustedes, fascinante, era una de mis dos fascinaciones a priori del congreso de este año: el poema espacio del último Juan Ramón Jiménez, tan querido para mí – entre otras cosas- por mi vínculo con Mercedes Juliá. Así que por todo ello, hoy  es una delicia no exenta de curiosidad tener a Fanny tan cerca, de la que Alberti decía: “Fanny cada vez más clara… sus aguas alzan cada vez más luz”

Dice Fanny Rubio: “Creo que hay una búsqueda que nos conecta con el arte. Con el reconocimiento de que el dios no hay que buscarlo fuera, que está dentro” al hilo de estas palabras suyas me viene una imagen que me sugería un amigo hace unos días donde creo que podríamos situar a Fanny Rubio y, por supuesto, a Juan Ramón, a ese último Juan Ramón tan cerca de él mismo. Este amigo y pintor, Tato Cort, me diseñaba el camino por la vida mediante la siguiente alegoría, a ver si la pueden visualizar: el dibujo consiste en que estamos en el interior de la estructura helicoidal del ADN que gira constantemente a nuestro alrededor y forma, a la vez, parte de nosotros.. Y desde ese interior donde estamos situados vamos en ascenso o descenso observando los paisajes  de la vida, siempre desde ese punto de vista, intransferible, único. Los paisajes que aparecen en cada giro, similares, repetidos pero con variaciones;, a la vez, esa es la misma imagen que está grabada en nuestro interior, y así podemos desde nuestra autenticidad relacionarnos sanamente con las circunstancias. Y así, observando el giro, en el ser que gira, veo a Fanny Rubio en su búsqueda vital y literaria.
Dado el permiso de vivir, sentir, decir, escribir, hablar, desde la autenticidad, inevitablemente la individualidad creadora se manifiesta en los ámbitos de la vida,  y teniendo el valor y fe en quienes somos, inevitablemente, inherente a ser humanos, la transgresión aparece. En esa positiva radicalidad de no renunciar a ser desde el eje de observar y participar en las circunstancias de nuestra hélice particular, se despierta nuestro dios interno, la sensación de estar vivos. Y me parece que por ahí esta Fanny Rubio, “tocando la luz del fondo para afirmar la voz que no se ha pronunciado”
Juan Ramón se permite ese camino hacia el ser, hacia la autenticidad en una verdadera obsesión por convertir en palabras su ser más profundo, su visión particular de la vida, y más allá de ello. Fanny Rubio nos hablará de en sus propias palabras, esa visión del mundo y  fusión del hombre con el cosmos que encontró en el poema Espacio, su libro de cabecera.
Hoy estamos aquí en su compañía porque, hace mucho tiempo, Fanny Rubio conoció  las primeras palabras a través de las contadoras de cuentos que iban a comprar a la tienda de su padre en su pueblo, Linares. En la trastienda tenían un diccionario de la lengua, al que recurría toda la familia para identificar las expresiones sabias de las mujeres de la sierra. Lo había comprado su  padre con el primer sueldo, cuando tenía 17 años.
Dice Fanny que ese es el primer nombre que recuerda que le llamaban en su  pueblo, porque ella parecía alguien muy pequeña, dice que como sigue siendo ahora. Su  abuela se llamaba Francisca, libertaria y escritora en periódicos, nombre que comparte con Fanny  en los papeles, pero decía que era indigna de ese nombre por lo pequeña que resultó. Cuenta que Francisca significa libre, que  es el nombre del amor de Rubén Darío, y que ella sueña con firmar un libro con el nombre de Francisca Rubio, que suena muy bien, pero que sus  editores no la dejan.
Niña de familia republicana que se educa en un colegio de monjas, significa estar en el colegio con la otra España creyendo que había ganado la guerra, cuando la perdió, porque nadie se la había contado. Una escritora que conoció París por el barrio de Montmartre y la fuente de Saint Michel, y que tomó el primer anticonceptivo oral que cayó en la Universidad de Granada, en el año 1969.
Fanny Rubio Gámez, jienense de Linares, Doctora en Filología Románica, es actualmente catedrática de Literatura en la Universidad Complutense de Madrid, después de haber ejercido como docente en la Universidad de Granada, “maître de conférence” en la Universidad de Fez entre 1974 y 1976, donde contribuyó a poner en marcha la sección de español, y Directora del Instituto Cervantes de Roma entre 2006 y 2008.
Colaboradora de prensa y televisión, dirigió también los Cursos de Humanidades de la Universidad Complutense en El Escorial y ha sido conferenciante en numerosas Universidades en el mundo.

Sus estudios de crítica literaria, entre otros Revistas poéticas españolas, 1939-1975 (1976) y Poesía española contemporánea (1981), se han convertido en libros de obligada consulta para la filología moderna. Como ensayista, ha publicado El embrujo de amar (2001) y ha dirigido la edición de El Quijote en clave de mujer/es (2005), innovador estudio en el que críticos, investigadores del Siglo de Oro y escritoras contemporáneas aportan su punto de vista a la hora de reconstruir los elementos característicos de la visión femenina del mundo de Cervantes. Sus ensayos más recientes son El Juan Ramón de Aurora de Albornoz (2007) y Baeza de Machado (2008).
Además del ensayo, ha cultivado la poesía y la novela. Como narradora, cabe destacar El Dios dormido (1998), diálogo entre María Magdalena y su dios sanador, Fuegos de invierno bajo los puentes de Madrid (2006), colección de relatos y su trilogía compuesta por La sal del chocolate (1992), La casa del halcón (1995) y El hijo del aire (2001). Se han realizado traducciones de estos libros, como de su poesía (Dresde, Retracciones y Reverso) a distintas lenguas.

En 2009, le ha sido concedida por el Jefe del Estado la Encomienda de Isabel la Católica por su trabajo cultural en Italia al servicio de la Nación española.
Es la obra de Fanny el viaje continuo como complemento de la lectura, condición sin la que no es posible su escritura; el nomadismo, el vagabundeo, casi me atrevo a decir también el devenir por los paisajes repetitivos y siempre distintos de la hélice de la que les hablaba al principio.
Fernanda Rubio Gámez cree en el dios de las palabras, en las palabras inmortales, que viven después de muerto el último de los hablantes, y crean vida en el aire.  Y cree que cuando una las comparte lo hace para enviar, según su propio decir, con ellas algo así como el mensaje dentro de la botella que cualquiera querría encontrarse a orillas del mar.
Así que, abramos la botella y dejémonos sentir desde la fortuna  y la autenticidad para poder disfrutar hoy de  tener entre nosotros a Fanny Rubio con un tema tan fascinante como el poema Espacio de JRJ girando entre sus palabras y a nuestro alrededor, en forma ¿helicoidal?