miércoles, 26 de enero de 2011

Un universo de posibilidades. Invitación a la poesía.

Decía Pablo Neruda: “Lentamente muere quien se vuelve esclavo de la costumbre”. La más viciosa, la costumbre de caminar con el pensamiento por los mismos senderos una y otra vez. Con las mismas palabras. Esto tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes. Desde luego, es minimizar riesgos sociales atenerse a una visión semiheredada. Y ahorrar tiempo. Además de resultar más cómodo.Pero también es un riesgo vital hacerlo. Un riesgo mortal que proviene de limitar nuestro universo de posibilidades.
La mirada poética se gesta en la poesía antes de ser palabra y es indispensable para la creación. Proviene de la creatividad que, al ser practicada libremente, nos produce una enorme satisfacción vital, nos libera, nos deja ser. Nos permite atrevernos a ir más allá y no descartar ninguna solución, ninguna posibilidad.

Los seres humanos tenemos dos hemisferios cerebrales, uno intuitivo y uno lógico, simplificando. El intuitivo tiene la capacidad de pensamiento disociativo, es decir, nos permite contemplar un problema eliminando esquemas prefijados para encontrar posibilidades más creativas. Por ejemplo, si os digo que unáis con cuatro líneas, sin levantar el lápiz del papel,  nueve puntos situados formando un cuadrado imaginario, probablemente las primeras pruebas que hagáis para dar salida al problema coincidan con ese cuadrado que está en vuestro esquema mental, aunque la solución final que encontraréis será romper esa norma, que os habéis creado vosotros solos y que no estaba en las que yo os he puesto, para formar tres diagonales y unirlas con una tercera línea recta más allá del espacio que os marca el encuadre limitador .

Esto nos pasa constantemente, a veces nos ahorra tiempo y otras nos resta creatividad.
Al asumir la creatividad propia y ajena nos exponemos a la novedad y al desmantelamiento de los prejuicios. Nos sumergimos en la mirada poética. Observar a nuestro alrededor intentando transcender los límites de la misma palabra que, por ser heredada, viene cargada de significados connotativos ajenos, nos lleva a reconocernos en lo que nos rodea y a profundizar en lo visto tantas veces. Y aunque es verdad que el límite está en ella, también es ella quien  transgrediéndose a sí misma nos propone un ampliado  universo de posibilidades. Pues al ser la gran hacedora del pensamiento lo desata en el momento en que la desatamos nosotros. O viceversa.
La mirada poética aprende de esa disociación. Las palabras nos constriñen, nos dan una idea conceptual del mundo que nos puede llegar a encorsetar y también, cómo no, nos permiten comunicarnos con mínimo de error con otras personas que las comparten. Nos fiamos de ellas como de diosas y las sentimos infalibles y dueñas de nuestro universo mental. ¿Y si las jugásemos para aprender a ver el mundo de manera diferente?  Por el goce y el aprendizaje de calzar, comulgar significados, crearlos personales, derivarlos. Si fuesen el fruto de la creatividad, de ampliar nuestro universo de miradas, sensaciones, asociaciones… 
Si caminando por el cementerio pudiésemos ver una realidad hasta entonces nublada por la división entre la palabra ciprés y la palabra llama y siguiendo al poeta catalán López Picó nos quedásemos fascinados con un nuevo concepto, un nuevo mundo: el del ciprés=llama (“el ciprés como el espectro de una llama muerta ”) en que cada uno de estos elementos trasvasa sus propiedades al otro y nos empapa de una nueva forma de ver al ciprés y a la llama, de una nueva creación, entonces continente y contenido nos abrirían una puerta antes cerrada.
Os propongo que os desatéis, con un papel y un bolígrafo y ayudados de metáforas, símiles, sinestesias… unáis elementos. No creais que es absurdo, esa es ya la primera limitación, no lo juzguéis, mirad con ojos nuevos y desmantelad la costumbre heredada: si el mar de nuestro pueblo del sur del sur os sabe a la primera sardina de mayo mientras os impregnáis con él a través del aire de su paseo marítimo o deshacéis el límite conceptual entre el cielo y sus nubes, tal vez gocéis de un momento de creatividad.
La mirada poética al desvelarse en las personas se transforma en una manera de volver a mirar lo ya visto y de sentirse en un viaje constante, no es tesoro vetado solo a aquellos que escriben.
Víctor García de la Concha, presidente de la RALE, dice que  "La poesía usa palabras sociales, pero debe desnudarlas del significado que acumulan mal a lo largo del tiempo”. ..para que renombren al mundo, bien lo re-conozcan, bien para que, siendo el mismo, podamos verlo con mayor amplitud. Para que cada uno de nosotros y nosotras pueda disfrutar de la poesía mental de su mirada hacia la vida. Sin más límites.
MONTSERRAT GÓMEZ GÓMEZ




2 comentarios:

  1. Me quedaré por siempre en el hemisferio del pensamiento,.. en el que maduran las hadas, allí donde los sueños se acumulan en cajones de terciopelo,...

    Muchos besos.

    Ernesto"

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  2. y me pondré los ojos de mirar las imágenes mágicas que crean los poetas

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